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Aunque los profesores y los alumnos han vuelto a la familiaridad de la enseñanza presencial en varios países, muchos centros han optado por un modelo híbrido en el que los estudiantes pasan parte de su tiempo aprendiendo en persona y parte a distancia. Ante esta realidad, los profesores se enfrentan al problema de encontrar la mejor solución para sus alumnos híbridos y mantener su participación.
El cierre prolongado de las instituciones educativas durante la pandemia ha sido un desafío para los alumnos, docentes y padres. Aunque algunos países de América Latina y el Caribe comenzaron el nuevo año escolar con clases presenciales, las medidas de distanciamiento social derivadas de la crisis sanitaria, junto con la necesidad de reducir en aproximadamente un 30% el número de alumnos por aula, hacen de los modelos de educación híbrida la mejor solución en muchos casos.
La educación híbrida combina el aprendizaje en la escuela y en los hogares mediado por la tecnología. A medida que los países puedan ir abriendo sus colegios, se espera una creciente adopción de la educación híbrida, que servirá como canal de transformación digital de los sistemas educativos y para impulsar una educación con mayor calidad, inclusión y flexibilidad.
Los expertos señalan que se requiere más que solamente distribuir tareas entre una modalidad y la otra, entre la educación presencial y remota. Se requiere repensar la educación y desarrollar modelos de enseñanza y aprendizaje que capturen la atención y el interés de los estudiantes en aprender de maneras diferentes en cada una de estas modalidades. Las distintas tecnologías deberán usarse como una herramienta para acelerar los aprendizajes más que como un simple canal para transmitir contenido. Con menos tiempo en los colegios, es primordial que se priorice el desarrollo de las habilidades de colaboración entre los estudiantes, tanto en el componente presencial como en el remoto.
¿Cómo hacer realidad la educación híbrida?
El documento De la educación a distancia a la híbrida: 4 elementos clave para hacerla realidad, publicado por la División de Educación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), contempla cuatro pilares para lograr una educación híbrida exitosa:
Nuevas pedagogías, competencias y perfil docente.
La dualidad de la educación híbrida es una oportunidad para optimizar qué hacer en el tiempo presencial y qué hacer en el tiempo remoto, plantean los autores del estudio. Las tecnologías deberán aprovecharse para hacer la experiencia de los estudiantes más atractiva y capturar su interés en aprender, y estar enmarcados en el trabajo de aprendizaje profundo y significativo. En el centro de la propuesta se encuentra el estudiante y el desarrollo de competencias transversales claves para la vida y para el nuevo modelo pedagógico: autonomía en el aprendizaje y en el uso del tiempo. Esto pone a los docentes frente a un nuevo modelo educativo centrado en competencias y en la adopción y uso de las nuevas tecnologías. La clave es garantizar una transición fluida y encontrar modelos efectivos para que los profesores puedan desarrollar estas competencias.
Información y seguimiento de estudiantes.
Los expertos del BID resaltan el valor de contar con sistemas de información y gestión educativa, para poder identificar a los estudiantes a través de su trayectoria por el sistema educativo. El documento prioriza dos aspectos de estos sistemas: por un lado, la gestión de los estudiantes y los aprendizajes (por ejemplo, para poder identificar de manera temprana a aquellos que están en riesgo de abandono escolar), y la gestión de los contenidos digitales, que aporta datos valiosos sobre el uso y desempeño por parte de los usuarios.
Contenidos y plataformas.
El estudio recuerda que durante el cierre de los colegios, los padres de familia e incluso los mismos estudiantes se han sentido a veces abrumados por la cantidad de contenido. En el modelo de educación híbrida, los especialistas hacen hincapié en que se debe priorizar y flexibilizar el currículo, focalizando los esfuerzos en matemáticas y lectura/escritura, así como en las habilidades del siglo XXI, en particular aquellas que han sido más afectadas por la crisis sanitaria y económica. También se pone de manifiesto la existencia de una amplia oferta de plataformas, software y contenidos que son necesarios y que cumplen distintos roles dentro de un modelo de educación híbrida con distintos niveles de efectividad. En este punto relacionado con las plataformas, una de las cuestiones que se plantean también es la necesidad de mantener la implementación de estrategias no digitales y adecuarse a las condiciones de acceso a conectividad y dispositivos en particular.
Equipamiento y conectividad.
En este punto, el documento explora varias alternativas, en función de la diversidad de condiciones digitales de los países y los colegios. Una opción son los “laboratorios del hacer” (makerspace): espacios dentro de los centros educativos donde hay computadoras, tabletas, placas programables, kits de robótica y sensores digitales, además de otras herramientas necesarias para construir, explorar y crear objetos. El documento también señala la necesidad de garantizar conectividad para los colegios, para los docentes y para los estudiantes en su hogar, y sugiere la posibilidad de ofrecer conectividad 5G gratuita para fines educativos.
En el caso de los centros que han optado por adoptar un modelo híbrido en el que los alumnos pasan parte de su tiempo aprendiendo en persona y parte a distancia, los profesores se han dado cuenta de que los mismos materiales, actividades y lecciones diseñados para las clases presenciales no pueden simplemente “trasladarse” a una plataforma digital. Los alumnos no pueden escribir en la pizarra o formar un equipo con un compañero para construir un modelo 3D en un aula online. En su lugar, los docentes deben crear lecciones y evaluaciones, especialmente para el aprendizaje a distancia.
Entre las recomendaciones de los especialistas para promover la participación de los estudiantes en la educación híbrida se incluyen considerar qué partes de cada lección son las más apropiadas para cada entorno de aprendizaje y asegurarse de que los planes de lección se complementan con el lugar donde los alumnos estarán durante la clase. Por ejemplo, asigna la entrega de contenidos, como la lectura o las tareas de investigación, cuando los estudiantes estén en casa, y luego maximiza su tiempo en persona con tiempo de discusión y actividades de pensamiento crítico que refuercen lo que trabajaron el día anterior. Esto da a cada niño tiempo para leer y absorber el nuevo material a su propio ritmo y le ayuda a aprovechar al máximo el limitado tiempo de clase.
En clase puedes centrarte en debates y clases prácticas, actividades de laboratorio supervisadas y tiempo individual para los estudiantes que necesitan apoyo adicional.
En el aprendizaje a distancia, funciona mejor con los alumnos leer, escribir o rellenar hojas de trabajo, ver conferencias pregrabadas a su ritmo e investigar los conceptos recién introducidos.