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Lograr una educación verdaderamente inclusiva es uno de los retos actuales que cada día más centros están interesados en implantar. Un modelo educativo en el que todos los niños, niñas y jóvenes aprendan juntos, independientemente de sus condiciones personales, sociales o culturales, permitiéndoles optar por las mismas oportunidades de aprendizaje y desarrollo
Para la Unesco, garantizar la igualdad de oportunidades para todos en materia de educación sigue siendo un desafío a escala mundial. El Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 en lo relativo a la Educación y el Marco de Acción Educación 2030 hacen hincapié en que la inclusión y la igualdad son los cimientos de una enseñanza de calidad.
Cada día más centros educativos buscan esta educación inclusiva que defiende la Unesco y organizaciones como Save the Children, que apuestan por un modelo educativo en el que todos los niños y las niñas aprendan juntos, independientemente de sus condiciones personales, sociales o culturales. Esto les da la oportunidad de optar a las mismas oportunidades de aprendizaje y desarrollo.
Cuando se habla de inclusión es común confundirlo con el término integración. Sin bien son similares, contienen diferencias. La integración se refiere al proceso de enseñar juntos a niños con y sin necesidades educativas especiales. La inclusión es una concepción mucho más profunda. La escuela inclusiva enfatiza el sentido de comunidad, para que todos tengan la sensación de pertenencia, apoyen y sean apoyados por todos los miembros de la comunidad escolar, al tiempo que se encuentran respuestas adecuadas a sus necesidades educativas.
En la inclusión, el centro de atención es la transformación de la organización y la respuesta educativa del colegio para que acoja a todos los niños y jóvenes, y tengan éxito en el aprendizaje.
El mérito de las escuelas inclusivas es que, además de ser capaces de dar una educación de calidad a todos los alumnos, se logre cambiar las actitudes de discriminación, para crear comunidades que acepten a todos y, por ende, colaboren en la construcción de una sociedad integradora.
Para lograr una educación inclusiva es necesario cambiar el concepto de educación tradicional, en el cual, la clase magistral debe transformarse en un espacio de aprendizaje activo y lúdico. Se plantea un modelo flexible en el aprender a aprender.
Además, en el enfoque tradicional se diagnostica a cada alumno y alumna para determinar una categoría y solucionar el déficit que existe; sin embargo en la educación inclusiva simplemente se analizan las características de cada estudiante para determinar los apoyos que serán necesarios.
Otra diferencia es que el enfoque tradicional se centra en el estudiante, mientras que el inclusivo lo hace en la clase.
En definitiva, en la educación inclusiva no se utilizan programas especiales para determinados estudiantes, sino que en la misma aula se responde a las necesidades de cada alumno.
En este sentido, la Unesco entiende que en la educación inclusiva, “los alumnos con necesidades especiales deben tener acceso a los colegios de educación regular, donde deben ser acomodados con estrategias pedagógicas centradas en el alumnado, de forma que se responda a sus necesidades”.
Presencia, participación y progreso del niño y la niña en el aula son indicadores claves que hablan de una verdadera educación inclusiva. Mantener altas expectativas de logro para todo el alumnado. Contar con profesionales cualificados. Diseñar desde el principio de accesibilidad universal materiales, tecnología y entornos para remover obstáculos y promover la igualdad de oportunidades. Y, sobre todo, un compromiso claro de los líderes del proyecto educativo son elementos necesarios para el éxito.
¿Cómo trabajar de forma inclusiva en el aula?
Trabajar de forma inclusiva en el aula es una de las claves de la educación de calidad. Algunas de las pautas que se pueden seguir de acuerdo con centros y organizaciones defensoras de una educación inclusiva son las siguientes:
Conocer a los alumnos.
Si un profesor quiere aplicar la educación inclusiva en su aula lo primero que tiene que hacer es conocer bien a sus alumnos. Debe saber cuáles son las dificultades fundamentales de sus estudiantes y también sus capacidades. Para lograrlo tiene que dedicar su tiempo a observar a los chicos al principio de curso.
Fomentar la diversidad.
Desde el primer día de clase se debe transmitir a los alumnos que la diversidad enriquece la clase. Ser diferentes enriquece al grupo y no debe suponer nunca una carga ni un inconveniente. Hay que positivizar las diferencias y que los alumnos las valoren. Cada estudiante tiene su propia inteligencia y puede aportar su grano de arena al grupo.
Cambiar la metodología.
Una clase inclusiva no puede trabajar con una metodología clásica. Tiene que basarse en la participación del alumnado y las actividades reales. Es importante fomentar el pensamiento crítico en el aula y el trabajo en equipo en el que cada uno pueda aportar al grupo lo mejor de sí mismo.
Una nueva evaluación.
Tampoco se puede evaluar a los alumnos con la evaluación tradicional centrada en las calificaciones. Es mejor una evaluación continua que permita aprender de los errores y huya del miedo a reprobar o al fracaso escolar. Cada alumno debe dar el máximo de su capacidad y trabajar a su ritmo. Hay que plantear a los alumnos metas reales no inalcanzables.
Participación del alumno.
Es fundamental que todos los alumnos se sientan integrados en la clase y una buena idea es crear proyectos que les interesen. Se trata de fomentar su creatividad e iniciativa. Seguro que serán un éxito y se implicará a toda la clase, ya que un estudiante que no tenga necesidades especiales se enriquece en un aula inclusiva, se convierte en una persona más tolerante y comprensiva ante las dificultades de los demás, se hace más colaborativo y empático a los problemas. Es importante fomentar durante todo el curso la comunicación en el aula. Ayudará a detectar aquellos problemas que puedan surgir entre los alumnos.
El reto de la educación inclusiva está cada vez más cerca y cada día más centros educativos están interesados en implantarla. Pero está claro que no es fácil y hay que invertir tiempo, espacio y cambios en el contenido del curso, los métodos de enseñanza e incluso la organización de la clase. Sin embargo, los nuevos caminos de la educación no deben fundamentarse solo en la innovación educativa y el uso de herramientas digitales en el aula. Se debe intentar que todos los alumnos sean capaces de convivir y enriquecerse en un aula para estudiantes con diferentes capacidades, tal y como destacan la Unesco y Save the Children.
Te invitamos a participar proponiendo ideas en las que la educación inclusiva esté en el centro del aprendizaje para crear un futuro cada vez más inclusivo. ¿Estás preparado?