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La curiosidad mató al gato y da pie al espíritu investigativo de los alumnos

Docentes
7 Octubre 2022

El ser humano, por naturaleza, cuenta con la condición innata de la curiosidad, muy unida a preguntar. Asimismo, las preguntas son la llave para enseñar a investigar, una valiosa herramienta dentro del aula a través de la cual los docentes tienen a mejorar la enseñanza y los alumnos comprenden críticamente su mundo y actúan para transformarlo.


¿Por qué decimos que la curiosidad mató al gato? ¿Y por qué a un gato? Las respuestas son múltiples. Pero las preguntas que desencadenan también. ¿Y si la curiosidad en vez de matar al gato le ayudó a descubrir, a conocer? Porque la curiosidad es uno de los factores que más ayuda al aprendizaje, el desencadenante muchas veces de investigar, de explorar, de conocer, de cuestionarse… 

 

“Lo importante es no dejar de hacerse preguntas”. Es una de las muchas frases de Albert Einstein (1879-1955), cuyos descubrimientos marcaron un antes y un después en la física, recibiendo el premio Nobel en 1922 y un reconocimiento mundial que trascendió la ciencia.


Además de por su indudable capacidad intelectual, los valiosos hallazgos con los que el célebre genio obsequió a la humanidad fueron posibles gracias a otra variable imprescindible, su inagotable curiosidad. Él mismo, de hecho, restaba importancia al primer factor afirmando que no poseía ningún talento especial, sino que simplemente era apasionadamente curioso. Una característica que le llevó a plantearse innumerables interrogantes que ayudaron a dar rienda suelta a su imaginación desenfrenada.


“El adulto común nunca se preocupa por los problemas del espacio y el tiempo. Estas son cosas que ha pensado de niño. Pero como yo me desarrollé tan lentamente, comencé a preguntarme sobre el espacio y el tiempo solo cuando ya era un adulto. En consecuencia, investigué el problema más profundamente de lo que haría un niño común y corriente”, le contó del propio Einstein al físico alemán y premio Nobel James Franck, uno de los testimonios que recoge Walter Isaacson en la biografía Einstein, his life and universe (Einstein, su vida y universo).


En ocasiones pensamos, quizá por simplificar las cosas, que los grandes descubrimientos que han hecho progresar a nuestra especie se deben exclusivamente a la existencia de mentes privilegiadas. Sin embargo, detrás de esos momentos de iluminación residen otros aspectos decisivos como el trabajo, la dedicación, el continuo inconformismo y la curiosidad. Precisamente este último concepto resulta clave para comprender la grandeza que alcanzó Einstein.


La curiosidad es un comportamiento natural e innato que todo ser humano desarrolla desde el momento de su nacimiento, muy unido a preguntar. Y esta es una de las cualidades que favorece la conciencia y la responsabilidad, habilita a explorar, investigar y descubrir, e invita a buscar soluciones.


Los niños son curiosos por naturaleza. Se plantean preguntas sobre el mundo que los rodea y sienten un profundo impulso de investigar cómo funcionan las cosas. Aprovechar sus predisposiciones naturales desde el inicio, durante las primeras fases de su desarrollo, puede alimentar una actitud positiva que permanecerá con ellos en el futuro, animándoles a explorar y experimentar diferentes áreas del conocimiento mientras desarrollan sus intereses y pasiones.

Pero, ¿cómo enseñar al alumnado a investigar?


Para ello, el docente tiene que partir de la motivación del alumnado y acompañarlo, guiarlo, mostrarle los caminos para ir hacia un sitio o hacia otro, mostrando y sugiriendo estrategias metodológicas.


Dicho de otra forma, el profesor tiene que actuar como si fuera una especie de GPS a lo largo de todo el proceso de investigación, que empieza con un planteamiento, con una pregunta que los estudiantes deben responder, continuando con una ejecución para ver hacia dónde van, cómo van, llegar a una respuesta y, por supuesto, divulgar esa investigación.


A lo largo de todo el proceso de investigación, docentes y alumnos tienen una responsabilidad compartida de evaluación. Juntos han de velar por la fiabilidad, validez, coherencia ética y rigurosa de la investigación, y que la comunicación sea de calidad.


Para investigar, ¿qué se le pide al alumnado?


Tiene que demostrar una serie de competencias propias de la investigación:

  • Decidir un tema, acotarlo y definir la pregunta

  • Emitir hipótesis/objetivos

  • Diseñar y planificar planes de acción, es decir, que sea capaz de anticipar

  • Buscar, organizar, interpretar y procesar información

  • Llegar a conclusiones


Valores y actitudes:

  • Que tenga curiosidad

  • Que tenga autonomía

  • Que sea capaz de colaborar con los demás

  • Que tenga espíritu crítico y actúe con rigor

  • Que sepa organizarse y cumplir los plazos

  • Que disfrute aprendiendo


Competencias comunicativas:

  • Seleccionar y procesar información

  • Redactar buenos informes escritos, utilizando recursos informáticos, descripciones, comparaciones, explicaciones, argumentaciones y justificaciones

  • Hablar en público

  • Comunicar ideas relevantes


¿Y qué se le pide al docente en el proceso?


Fase de decisión: elección y concreción del tema a partir de la motivación y del interés del alumnado.


Fase de obtención de datos: ejecución, aplicación de la opción de metodología.


Fase de demostración de la aplicación de las competencias investigadoras: comunicación y divulgación utilizando las TIC.


Las actividades investigativas en el aula brindan a los niños, niñas y jóvenes oportunidades para desarrollar y practicar diferentes habilidades y cualidades que serán claves para su vida futura y les permitirán acceder a un mercado laboral que se encuentra sumergido en un constante cambio y crecimiento que se refleja en la demanda de profesionales resolutivos, que sepan cooperar a la vez que tengan un grado de autonomía, con criterio, rigurosos, con conocimiento e interacción con el mundo y competencias de gestión y utilización de la información, digital y comunicativa.  

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