La inflación y la recesión son temas que están acaparando la atención en los últimos tiempos alrededor del mundo, donde los acontecimientos vividos recientemente han cambiado de forma notable el panorama económico
Está por ver si se cumplen los vaticinios que anuncian la llegada de una nueva crisis y hablan de recesión, pero pocos dudan ya de que factores como la inflación, la subida de los tipos de interés, el encarecimiento de las materias primas, el costo de la energía y la guerra de Ucrania no permiten buenos augurios.
No se puede ignorar la situación que estamos viviendo actualmente. Una inflación que no hace más que subir, con los servicios básicos doblando los precios con respecto al año pasado, con una situación geopolítica inestable… Todo ello lleva a pensar a los analistas financieros que, en caso de que estos factores no disminuyan sino que aumenten, probablemente sin duda el resultado va a ser una fuerte recesión a nivel mundial y que representa un enorme reto para las y los líderes de negocios.
Una recesión ocurre cuando hay una caída significativa de la actividad económica, por ejemplo, un crecimiento negativo del Producto Interno Bruto (PIB) durante dos trimestres consecutivos. Con este fenómeno de la recesión aumenta el desempleo, debido a que se registra una disminución de los salarios y del consumo.
La inflación es cuando existe un aumento desordenado de los precios en la mayor parte de los bienes y servicios, esto durante un tiempo prolongado. Además, cuando hay una inflación es complicado repartir nuestros ingresos, es decir, la cantidad de dinero que veníamos administrando tiempo atrás ya no alcanza para comprar lo mismo que antes.
Cuando se dispara la inflación, los bancos centrales suben el costo de los créditos (tasas de interés) para que la gente no compre bienes o servicios. Por lo que es una política que busca reducir el consumo y las inversiones con la esperanza de que bajen los precios. Con este mecanismo se busca controlar la inflación. Sin embargo, también se frena el crecimiento económico. Asimismo, el freno es enorme, la economía se estanca y existe un riesgo de entrar en una recesión. Para evitar una recesión hay que combatir la inflación y después reactivar de nuevo la economía. Y aquí surge la pregunta: ¿es peor la inflación o una recesión económica?
“No es tanto cuál es peor, sino qué es lo primero que hay que atajar. Un país que quiere mantener su estabilidad macroeconómica no puede permitirse una inflación elevada”, argumenta Juan Carlos Martínez, profesor de Economía en la Universidad IE Bussiness School (España).
“Una recesión es un mal menor comparado con una inflación persistente en la economía”, recalca.
Benjamin Gedan, director adjunto del Programa Latinoamericano del Centro de Estudios Wilson Center y profesor de la Universidad Johns Hopkins, en Estados Unidos, también argumenta que disminuir el costo de la vida es algo prioritario. “Las dos cosas son malas, pero la inflación es más difícil de superar en muchos casos”, apunta el experto.
Una inflación crónicamente alta, añade, le impone muchos costos a una sociedad.
No solo se trata del frenazo económico. “También crea tensiones sociales, ya que los trabajadores exigen aumentos salariales recurrentes, los propietarios exigen subidas del alquiler y los comerciantes deciden aplicar repetidos aumentos de precios”, dice Gedan.
Desde la perspectiva de José Luis de la Cruz, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y Crecimiento Económico (IDIC) de México, controlar una inflación elevada puede tomar muchos años, mientras que las recesiones, al menos en los últimos años, se han podido superar más rápidamente.
Según el economista, “en este momento es fundamental contener la inflación, porque las experiencias de los últimos 50 años nos muestran que una espiral inflacionaria acaba desencadenando una recesión. Se puede atajar una recesión sin que esto implique inflación, pero en el otro caso, la inflación termina provocando una crisis”.
En este entorno de marcada incertidumbre ante la compleja situación económica y financiera global, hombres y mujeres de negocios se muestran inquietos. Una recesión económica es un enorme reto para las y los líderes de las empresas. Y por más difíciles e inciertas que sean, las recesiones están condenadas a terminarse en algún momento, como apuntan los expertos financieros, además de recordar que los momentos difíciles también son oportunidades para salir adelante más fuertes.