La pandemia de Covid-19 ya no es una emergencia, sino una crisis prolongada que requiere acciones a corto plazo y la primera de ellas debe ser el regreso inmediato de los estudiantes a los colegios en América Latina.
Así lo afirmó la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Alicia Bárcena, en la jornada inaugural del Primer Seminario Regional de Desarrollo Social: Educación en América Latina y el Caribe, donde todos los ponentes y responsables del Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF) y de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), coincidieron en recalcar la importancia de la reapertura de las escuelas y la regularización de las clases presenciales no solo para el repunte económico, sino también para la reconstrucción del tejido social dañado por los confinamientos y la prolongada ausencia de los estudiantes en las aulas.
A 20 meses del inicio de la pandemia, el cierre total o parcial de los colegios sigue afectando a dos de cada tres niños, niñas y adolescentes en América Latina y el Caribe, de acuerdo con los datos aportados por UNICEF, lo que significa que un total de 86 millones de estudiantes siguen fuera de las aulas.
La región atraviesa la peor crisis educativa de su historia y las consecuencias financieras derivadas de la misma impactarán las economías de la región en los próximos años, según se expuso en la reunión, que también contó con la participación de ministros y otros altos funcionarios gubernamentales, especialistas del sector educativo y representantes de la sociedad civil. De hecho, el Banco Mundial indica que el cierre de los colegios podría traducirse en una caída de 1,7 billones de dólares en los ingresos futuros de América Latina y el Carine, lo que equivale al 16% del PIB regional.
El hecho de que la reapertura de los colegios no esté siendo priorizada en los procesos de reactivación social y económica de muchos países de la región, y que los niños y adolescentes puedan acudir hoy a cines o restaurantes, mientras que sus escuelas siguen cerradas, viola su derecho a una educación inclusiva y de calidad, de acuerdo con los participantes en el seminario.
Otro de los puntos abordados fue el del bienestar socioemocional y el impacto del cierre de los centros educativos en la salud mental de los estudiantes y sus familias, tanto por la mayor exposición a internet, como por el aislamiento social, al igual que por la pérdida de familiares cercanos, ya que el 14% de los niños de la región ha perdido a sus cuidadores.
Por eso la ONU considera “imperativo” que las estrategias de continuidad y retorno educativo prioricen el bienestar socioemocional de toda la comunidad escolar, no solo de los estudiantes, sino de los docentes y de las familias que han estado sobrecargados con la pandemia.
En este sentido, la Organización de las Naciones Unidas urgió a aumentar las inversiones en el sector educativo para desarrollar las capacidades de los estudiantes, desde las operativas hasta las intelectuales, pasando por las de comportamiento ético.
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