Por primera vez en casi tres décadas de evaluar la calidad de la educación en América Latina, la Unesco midió el desarrollo de habilidades socioemocionales como la apertura a la diversidad, autorregulación escolar y empatía, con el objetivo de generar oportunidades de aprendizaje para que los estudiantes de la región tengan bienestar, sean felices y conscientes del otro
Un 85 % de las y los estudiantes de América Latina y el Caribe considera tener una actitud positiva ante personas de origen y cultura diferentes a los propios.
Es una de las conclusiones de un informe divulgado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en el que se midieron las habilidades socioemocionales de los alumnos de 6º grado de primaria en más de 4,000 centros escolares de la región.
Es la primera vez que este tipo de habilidades son medidas a gran escala a nivel latinoamericano.
“Es un primer gran esfuerzo con los países de colocar las habilidades socioemocionales en la misma posición que las de conocimiento”, señaló Carlos Henríquez, coordinador del Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación de la Unesco (LLECE), que realizó el informe.
Para él, los resultados representan “una tremenda señal, no solo educativa, sino de política educativa, de cómo en la región priorizamos un desarrollo integral de los estudiantes”.
Las habilidades socioemocionales se midieron en Argentina, Brasil, Colombia, Cuba, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Uruguay, Perú, República Dominicana y Uruguay con base en cuestionarios y formaron parte de las pruebas ERCE 2019 que evaluaron además el desempeño en áreas de lectura, matemáticas y ciencias.
Claudia Uribe, directora de la Oficina Regional de la Unesco para América Latina y el Caribe, explicó que “las habilidades que midió el ERCE 2019 son parte de un conjunto de habilidades socioemocionales que hoy sabemos que son esenciales para el desarrollo personal y para el desempeño y convivencia en la escuela, y en todos los demás ámbitos de la vida”.
Las habilidades socioemocionales escogidas por la Unesco para su evaluación fueron:
1. Apertura a la diversidad.
“Es el grado en que los estudiantes perciben que son capaces de aceptar, de tolerar o de establecer vínculos con quienes son distintos, diferentes a ellos”, detalló Henríquez.
Los alumnos respondieron en su amplia mayoría “me gustaría un poco” o “me gustaría mucho” a preguntas como “si a tu curso llegaran estudiantes que vienen de otro país, ¿cómo te sentirías?”, “si a tu curso llegara un estudiante que tiene una discapacidad (por ejemplo, ciego, sordo o que necesite una silla de ruedas), ¿cómo te sentirías?”, “si a tu curso llegara un estudiante que tiene un color de piel diferente al tuyo, ¿cómo te sentirías?”.
Las respuestas de los distintos países participantes fueron similares en esta habilidad, con excepción de Cuba y Costa Rica que tuvieron un porcentaje mayor de respuestas positivas (Cuba 93 % y Costa Rica 92 %).
2. Autorregulación escolar.
En este caso se buscó medir la capacidad de los niños para regular sus emociones, pensamientos y comportamientos durante el aprendizaje. El 74 % de las respuestas fue positiva en el promedio regional.
Los estudiantes contestaron en su mayoría “varias veces” o “casi siempre o siempre” a planteamientos como los siguientes: “sigo las reglas de la clase, aunque el profesor no me esté mirando”, “pido ayuda al profesor cuando no entiendo qué hay que hacer”.
La autorregulación también incluye la capacidad de perseverar hacia un objetivo y postergar gratificaciones. Hernández expresó que estas cualidades se midieron a través de situaciones como “antes de entregar una tarea o un ejercicio, lo reviso bien”, “antes de ponerme a jugar, termino de estudiar”, “aunque una tarea me sea difícil, sigo trabajando en ella” y “aunque las cosas no me resulten, sigo intentándolo”.
Si bien la variación en las respuestas entre los países es pequeña, los estudiantes de Cuba reportaron niveles más altos de autorregulación escolar (87 % de respuestas positivas), mientras que los alumnos de Brasil reportaron niveles menos elevados (57 % de respuestas positivas).
3. Empatía.
De acuerdo con Henríquez, “es un elemento central para la construcción de ciudadanía y de comunidad, poder ponerse en el lugar de otro, reconocer la perspectiva del otro y respetarla”.
La empatía incluye varios elementos, como la habilidad para identificar nuestras propias emociones en relación a otros, reconocer las emociones que están experimentando otras personas, interpretar sus intenciones y tener capacidad para actuar o responder considerando las emociones de los demás.
El 55 % del total de respuestas fueron “varias veces” o “casi siempre o siempre” a situaciones como “siento tristeza cuando un compañero no tiene nadie con quien jugar”, “trato de ayudar a un compañero en problemas, aunque no sea mi amigo” y otras que requieren ponerse en el lugar del otro emocionalmente o comprender su punto de vista y actuar sintonizando con lo que le sucede.
Lecciones
Además de las habilidades socioemocionales medidas en los cuestionarios, se identificaron los factores asociados que influyen en su desarrollo, como la importancia del preescolar, ya que los niños que tuvieron acceso a esa educación inicial registraron puntajes más altos.
Otro dato revelador es la importancia de que los alumnos perciban un interés genuino de los docentes en apoyarlos, que estén atentos a las preocupaciones de los estudiantes, animándolos. Esto demuestra que “cuando hay una conexión emocional resulta fundamental, hay un tema de bienestar”.
El estudio puso de manifiesto, asimismo, que un clima de orden en el aula es clave para el desarrollo de estas habilidades. Los alumnos que asisten a centros escolares donde hay mayores niveles de disrupción (aulas donde los estudiantes se interrumpen cuando intervienen, donde el docente tiene dificultades para iniciar la clase y lograr que haya silencio, y donde prima el desorden) reportan menores niveles para las tres habilidades.
Paso siguiente
El desafío ahora es que los hallazgos de ERCE 2019 se traduzcan en cambios en la realidad. El coordinador de LLECE espera que este informe pionero sobre habilidades socioemocionales sirva para determinar “cómo generamos mejores oportunidades de aprendizaje para que los niños tengan bienestar, sean felices y sean conscientes del otro, que aprendan a vivir con el que piensa distinto o es distinto”.
El objetivo es que “construyan una comunidad, un país y una región para ellos. No cuando tengan 18 o 20 años y sean ciudadanos formales, sino que aprendan a resolver las diferencias en la sala de clase, en el patio, en su espacio hoy día para que puedan desarrollar todo su potencial”.
Para Henríquez, un gran campo en el que los países pueden actuar es el entrenamiento de los docentes: “Actualmente hay muy poca formación para que los profesores trabajen las habilidades socioemocionales. Lo que hemos visto en conversaciones con ellos es que plantean ‘yo quiero aprender a reconocer también emociones para hacerlo con mis niños’”.