Acaba un año y empieza otro nuevo, en el que miles de colegios ya tendrán aplicado el modelo mixto o habrán vuelto a abrir las aulas y otros habrán optado por un modelo 100% digital. Pero sin importar el escenario, los directivos y sus equipos seguirán enfrentando el reto de tomar las medidas más adecuadas para amortiguar el impacto de la crisis y lograr que sus instituciones se fortalezcan.
Hacer una lista de propósitos al comienzo de año es ya como una tradición. Echamos la vista atrás, hacemos el ejercicio para conocer nuestras metas y nuestros límites, y miramos al futuro con ilusión, a pesar de las condicionantes introducidas por la pandemia en la educación y las afectaciones, principalmente, en los aprendizajes esperados durante el tiempo de clases no presenciales y la pérdida de ingresos para las instituciones que ha significado esta situación.
Acaba un año y empieza otro nuevo. Es tiempo de mirar hacia adelante y plantearse nuevos retos y propósitos, y el primero que tienen los líderes y directivos de las instituciones educativas es poder volver a abrir las aulas e integrar un aprendizaje activo, sano, con todas las medidas necesarias de prevención, protección, vigilancia y promoción de la salud dictadas por las autoridades sanitarias.
Pero planificar un futuro que cambia día a día requiere que los directivos de los centros educativos estén varios pasos por delante de la actualidad. La constante necesidad de examinar los cambios en la educación y reevaluar la metodología y la pedagogía requeridas es otro desafío para todo director de colegio. Más aún cuando se deben esforzar en tratar a cada estudiante como un individuo creativo, cada uno con sus propias fortalezas y con su propio camino independiente.
En un nuevo año marcado por la incertidumbre ante el repunte de casos de Covid-19, sin saber con claridad cuál será el panorama reinante en el futuro más próximo en las instituciones educativas, lo que es un hecho es que la enseñanza tendrá que adaptarse a diversas realidades: presencial, virtual o híbrida.
Y sin importar el escenario, para poder afrontar el gran reto de la educación del futuro del siglo XXI de “educar personas que sean capaces de transformar la sociedad en una más sostenible, más justa y más equitativa”, los colegios continuarán abordando en 2022 grandes desafíos heredados de 2021:
Educar personas, no solo profesionales
¿Educamos únicamente para ser fuerza de trabajo al salir del colegio? ¿O deberíamos educar personas para la vida en sociedad? Precisamente uno de los retos de la educación es lograr un equilibrio entre ambas tareas, de acuerdo con los expertos.
“A veces se olvida que la educación tiene un componente de carácter social que también estamos obligados a desarrollar. Se trata de equilibrar las propias facilidades de la educación entre la capacitación laboral y la educación como formación de ciudadanos en nuestra sociedad”, señala la Unesco.
Identificar y diseñar el tipo de educación que vamos a necesitar en el futuro
Definir qué es lo que queremos que aprendan las nuevas generaciones es el primer paso para saber qué herramientas utilizar para lograrlo. Por eso, la pregunta clave es qué será necesario que aprendamos en el futuro.
“La educación tiene que dar respuesta a esa pregunta para poder definir no solo el contenido de los programas sino también los procedimientos con los que se va a enseñar y las actitudes que las personas van a aprender a desarrollar durante todo el proceso”, dicen los especialistas.
Desarrollar modelos y escenarios educativos verdaderamente equitativos e inclusivos
Aunque una buena parte de la responsabilidad para la equidad y la inclusividad real de los modelos y escenarios educativos la tienen gobiernos y administraciones, todos los agentes educadores deben tener este objetivo en sus hojas de ruta.
Aprender a utilizar mejor la tecnología
La pandemia ha demostrado que continúa habiendo desigualdades en lo referente al acceso a las tecnologías que urge resolver. Pero además nos ha enseñado que podemos utilizar mejor la tecnología, no solamente como mero instrumento para continuar haciendo lo que hacíamos.
Tener en cuenta la dimensión digital de los estudiantes
Durante los próximos años será fundamental la formación del profesorado en tecnologías de la información y la comunicación. Pero, además, esa formación debería permitir entender al profesorado que las dimensiones vitales de las personas se han multiplicado durante los últimos años.
Por eso ahora no basta con pensar solamente en el aula y en su entorno cercano, ya que las tecnologías han facilitado la creación de una dimensión digital de la vida de las personas en la que se comunican, se relacionan, utilizan las redes sociales y tienen a su alcance el acceso a información que antes no tenían.
De ahí que para la educación integral de la persona haya que tener en cuenta también su nueva dimensión digital.
Abordar la hibridación entre la clase presencial y la potencialidad de entornos online
Precisamente por esa nueva dimensión digital, el profesorado debería tener un carácter mucho más activo y actualizado, pensando no en la sociedad en la que hemos vivido sino en la sociedad que nos tocará vivir.
El objetivo es que, aunque la educación sea presencial, se puedan aprovechar al 100% las opciones que da la actividad docente en entornos no presenciales y en línea para cubrir mejor todas las dimensiones de los estudiantes.
Educar para la incertidumbre
Aunque las vidas de dos generaciones anteriores estaban sujetas únicamente a dos o tres cambios importantes a lo largo de toda su existencia, las de la siguiente ya sufrieron algunos cambios más y las generaciones actuales están viviendo cambios constantemente y con mucha rapidez. Esa circunstancia supone un reto desde el punto de vista educativo.
Los actuales alumnos y los del futuro van a tener que asumir estos cambios aún con más rapidez. Por eso, uno de los desafíos del colegio es ser capaz de educar para la incertidumbre, es decir, no tanto para acumular conocimiento como para saber cómo resolver las situaciones nuevas e inciertas en las que se van a encontrar.
Fomentar el liderazgo del profesorado
Para acompañar a los estudiantes hacia esa futura sociedad sostenible, justa y equitativa harán falta líderes. Y por esa razón se necesita profesorado que tome la iniciativa, que tenga capacidad de respuesta y no se limite a transmitir un conocimiento sin más, sino que sea capaz de acompañar a los estudiantes en su propio crecimiento.
Incluir la educación no formal en la educación integral
Otro reto es reflexionar sobre cómo intervendrá la educación no formal o incluso informal en los procesos de aprendizaje y de qué forma podrá integrarse en la educación integral de las personas.
Que prevalezca el aprendizaje sobre la evaluación
En opinión de los expertos, no es tan importante la forma de evaluar como cerciorarse de si se ha aprendido o no. Por eso es fundamental estructurar sistemas que permitan que las personas aprendan “y después, en todo caso, ya nos preocuparemos del aspecto administrativo de la evaluación. Si nos centramos únicamente en la evaluación generamos modelos administrativos para resolver problemas sociales, lo que es un error”, afirma la Unesco.