Los efectos del cambio climático demandan una asignatura de medio ambiente obligatoria en los colegios, que tienen el desafío de convertirse en motor de cambio hacia un modelo más respetuoso con el planeta.
No sobrepasar en 1,5ºC la temperatura del planeta respecto a la época preindustrial, tal como lo establece el Acuerdo de París, es el objetivo de la campaña internacional de la ONU Race to Zero (Carrera hacia el cero), la mayor alianza creada en la historia para afrontar la emergencia climática. Forman parte de este colectivo 2,162 empresas, 708 ciudades, 571 universidades, 23 regiones y 127 inversores, que representan más de 15% de la economía mundial y que se han unido a 120 países para frenar el calentamiento global.
Para alcanzar esa meta, los miembros de Race to Zero se han comprometido a reducir individualmente a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030, y a lograr emisiones netas cero tan pronto como sea posible y, como muy tarde, en 2050.
En el Foro de Impacto Climático de Times Higher Education (THE, por sus siglas en inglés) celebrado recientemente en en Glasgow (Escocia) en el marco de la XXVI Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), 1,050 universidades de 68 países anunciaron compromisos para reducir sus emisiones de carbono a cero neto de aquí a 2050.
“Las instituciones de educación tienen el poder de rediseñar el futuro. No solo las universidades, instituciones y colegios se comprometen con ambiciosos planes de descarbonización. Estas instituciones también tienen la capacidad -de hecho, la responsabilidad- de apoyar y educar a nuestros líderes del mañana. Es fantástico ver a tantas instituciones de educación superior a unirse a Race to Zero e insto a aquellos que aún no lo han hecho a comprometerse y tomar medidas ahora”, dijo Nigel Topping, campeón de Acción Climática de Alto Nivel del Reino Unido.
Desde hace años, expertos y la Unesco ya vienen subrayando la necesidad de incluir sin mayor tardanza programas de educación ambiental en los colegios y desarrollar una cultura de cuidado del planeta. Profesores y también padres deben lograr que el respeto por el medio ambiente sea uno de los hábitos que adquieran niños, niñas y adolescentes, en quienes está el poder de cuidar y conservar los recursos limitados de los que disponemos para disfrutar de un futuro mejor.
En general, la educación medioambiental es una asignatura pendiente. El cambio climático se aborda en mayor o menor medida en los contenidos que conforman el currículo escolar de las materias troncales de Ciencias de la Naturaleza y Ciencias Sociales, y no hay conexión, ni continuidad, ni metodología a lo largo de los diferentes ciclos o niveles educativos.
En este camino de educar a los estudiantes en materia ambiental y de desarrollar una cultura de cuidado del clima, los expertos apuntan la importancia de empezar a manejar conceptos que, hasta ahora, parecían reservados a los científicos. Hablamos de calentamiento global, efecto invernadero, energías renovables, huella de carbono, deforestación, reciclaje, empleos verdes, huella hídrica, alimentación sostenible…
Además de incluirla como asignatura obligatoria, existen multitud de proyectos sobre el cambio climático que se pueden desarrollar en los colegios, como realizar actividades en la naturaleza relacionadas con el cuidado del medio ambiente -por ejemplo, tareas de limpieza-, visitar granjas y viveros para conocer de primera mano cómo cuidar a los animales y las plantas, organizar cursos y talleres de reciclaje, por citar solo algunos.
No obstante, los expertos reclaman una reforma integral del currículum académico para que la sensibilidad con el medio ambiente impregne toda la escuela.