El impacto de la pandemia en la salud mental y el bienestar emocional de los niños y los jóvenes podría prolongarse durante “muchos años”, según advierte un estudio de Unicef, que asegura que esto es solo la “punta del iceberg” de un problema mucho más grave.
El “Estado mundial de la infancia 2021. En mi mente: promover, proteger y cuidar la salud mental de la infancia” es el análisis más completo hecho por la agencia de las Naciones Unidas sobre la salud mental y revela que antes del COVID-19 la infancia y la juventud ya sufrían estos problemas “sin que se hicieran las inversiones necesarias para solucionarlos”.
Tan solo alrededor del 2% de los presupuestos de salud de los gobiernos se destinan a la salud mental en todo el mundo, denuncia Unicef.
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Los problemas mentales diagnosticados, como el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, ansiedad, autismo, trastorno bipolar, trastorno de la conducta, depresión, trastornos alimentarios, discapacidad intelectual y esquizofrenia pueden perjudicar seriamente la salud, la educación, las condiciones de vida y la capacidad para obtener ingresos de los niños y jóvenes.
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