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El impacto de la pandemia en la salud mental de niños puede durar muchos años.

Padres de familia
11 Octubre 2021

El impacto de la pandemia en la salud mental y el bienestar emocional de los niños y los jóvenes podría prolongarse durante “muchos años”, según advierte un estudio de Unicef, que asegura que esto es solo la “punta del iceberg” de un problema mucho más grave.


El “Estado mundial de la infancia 2021. En mi mente: promover, proteger y cuidar la salud mental de la infancia” es el análisis más completo hecho por la agencia de las Naciones Unidas sobre la salud mental y revela que antes del COVID-19 la infancia y la juventud ya sufrían estos problemas “sin que se hicieran las inversiones necesarias para solucionarlos”.


Tan solo alrededor del 2% de los presupuestos de salud de los gobiernos se destinan a la salud mental en todo el mundo, denuncia Unicef.

El estudio de Unicef revela que la pandemia ha cobrado su precio y ha empeorado una situación que ya era muy grave. Más de uno de cada siete adolescentes de 10 a 19 años en todo el mundo tiene un problema de salud mental diagnosticado y casi 46,000 jóvenes se suicidan cada año, una de las cinco principales causas de muerte para este grupo de edad.


A medida que el COVID-19 entra en su tercer año, las consecuencias para la salud mental y el bienestar emocional de los niños y jóvenes siguen pesando mucho. Según los últimos datos de Unicef, a nivel mundial, al menos 1 de cada 7 menores se ha visto directamente afectado por los confinamientos y más de 1,600 millones de niños han sufrido alguna pérdida de educación.


La alteración de las rutinas, la educación y el ocio, así como la preocupación de las familias por los ingresos y la salud, hacen que muchos jóvenes se sientan temerosos, enojados y preocupados por su futuro, según el documento.


Los problemas mentales diagnosticados, como el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, ansiedad, autismo, trastorno bipolar, trastorno de la conducta, depresión, trastornos alimentarios, discapacidad intelectual y esquizofrenia pueden perjudicar seriamente la salud, la educación, las condiciones de vida y la capacidad para obtener ingresos de los niños y jóvenes.


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