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Jugar en las aulas, una forma poderosa de aprender

Docentes
27 Octubre 2021

Jugar es divertido y está demostrado que favorece la adquisición de conocimientos en cualquier etapa de nuestra vida, aunque tiene una importancia especial en niños y adolescentes. Por eso, aprender a través del juego es una forma muy eficaz de fomentar la motivación de los alumnos y de animar a su participación. Así conseguirán desarrollar competencias y aprender nuevos contenidos, todo de una forma evaluable por parte del docente.


El juego es una forma poderosa para apropiarse de información, habilidades y competencias para la vida, y un aliado del desarrollo cognitivo, sobre todo en esta época de cambios profundos.


Según The Lego Foundation, “desde los momentos más tempranos de la infancia, las niñas y los niños tienen un increíble potencial para aprender sobre el mundo a través del juego. En las últimas décadas, la comunidad científica ha encontrado evidencia creciente de que los infantes constantemente aprenden, conectan y se involucran con su entorno a través de experiencias positivas de juego”.


Por supuesto hay diferentes juegos para cada edad y de acuerdo con propósitos definidos, lo cual debe considerarse para aprovecharse al máximo en las aulas. Pero en general, jugar sirve para lograr acuerdos, tender puentes de comunicación, alcanzar objetivos, aumentar la confianza, trazar metas e incentivar la imaginación.


De acuerdo con The Lego Foundation, existen cinco características en las experiencias del juego que sirven al proceso de aprendizaje: es placentero o alegre; ayuda a encontrar significado en lo que se está aprendiendo; produce mentes activas, involucradas y pensamiento enfocado; fomenta el pensamiento iterativo (experimentar); y promueve la interacción con otras personas.


Aunque el juego está presente en la gamificación, algunas posturas consideran que con ella nos limitamos a adaptar elementos del juego a un contexto educativo. Sostienen que el aprendizaje basado en el juego, sin embargo, introduce el juego en clase -en muchas ocasiones diseñado expresamente con objetivos pedagógicos- para que los niños y jóvenes aprendan una serie de cuestiones a través de su participación, es decir, jugando. Si desde el punto de vista de la gamificación, la motivación es el eje central, más allá del resultado, en el aprendizaje basado en el juego es posible que los jugadores no ganen, pero que sean capaces de disfrutar de la actividad en sí misma, yendo mucho más allá de sus beneficios pedagógicos.


Cada vez son más los centros educativos que incluyen el juego como herramienta pedagógica de primer orden para favorecer el aprendizaje, más allá del ciclo infantil; ya no es una actividad complementaria de los colegios, sino el vehículo a través del cual articular la enseñanza de las diferentes materias, permitiendo además aunar distintas edades y capacidades, descubriendo las motivaciones y el potencial de cada alumno.


De hecho, los niños que juegan muestran mayor predisposición para la enseñanza. Así lo demuestran diversos estudios, como los publicados en la revista estadounidense Pediatrics, que destacan la importancia de introducir el juego en el currículo escolar para fomentar el aprendizaje, despertar la curiosidad de los alumnos y conseguir mayor motivación.


De acuerdo con los expertos, para plantear una estrategia de aprendizaje basada en el juego, la introducción de este en el aula debe cumplir con estos requisitos:


- Tener un objetivo de aprendizaje claro. Es decir, hay que evitar que la actividad se convierta en un simple juego que no redundará en la fijación de conocimientos o el desarrollo de competencias.

- Ser atractivo para el alumnado.

- Permitir el desarrollo y la evolución de sus jugadores a través de retos, niveles, resolución de problemas empleando los conocimientos que deben adquirir con el juego, etc.


Y tú, ¿incorporas el juego como recurso didáctico en clase?


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