Las nuevas tecnologías nos facilitan mucho la vida, nos permiten conectar fácilmente con otras personas, pero también generan adicción. Como la nomofobia, el término utilizado para identificar el miedo irracional que produce no poder utilizar un teléfono celular, ya sea por no tenerlo físicamente presente o por tenerlo fuera de cobertura o sin batería. Es considerada una de las enfermedades de la nueva era y afecta cada día más a niños y adolescentes
La tecnología nos ha hecho la vida más fácil. En la actualidad, la mayoría de las personas disponemos de un celular con conexión a internet, lo que nos ofrece una puerta abierta a una amplia variedad de ventajas. Pero no saber hacer un uso responsable o adecuado puede acabar causando algunos problemas.
Como la nomofobia, definida como la adicción del siglo XXI y que consiste en el miedo excesivo que una persona tiene a ser separada de su teléfono móvil o a perderlo, a no poder comunicarse, no poder acceder a la información, perder su conexión o, simplemente, renunciar a su comodidad.
Detrás de este término se esconde el carácter patológico de nuestra relación con el celular y aunque podríamos pensar que solo los adultos pueden sufrir ese pánico, también se experimenta desde una edad más o menos temprana, como dejan constancia diversos estudios llevados a cabo.
De acuerdo con los expertos, la nomofobia no se encuentra tanto ligada al objeto en sí (esto es, al dispositivo móvil), sino a las distintas acciones y posibilidades que este permite, especialmente en lo relacionado con el acceso a las redes sociales, mensajes, llamadas.
Explican que este fenómeno puede revelar ciertas debilidades narcisistas, como podría ser el caso de tener miedo a estar solo, aunque también podría explicar ansiedades reales o incluso el miedo al aburrimiento.
Se estima que, a partir de los 10 años de edad, el 35 % de los niños tiene su propia consola de videojuegos, el 28 % su propia tableta digital y el 11 % su propia televisión.
En el caso del celular, los datos tienden a ser algo mayores, ya que se estima que, entre los 10 y los 15 años de edad, cerca del 87 % por ciento de los niños ya tiene un teléfono inteligente (smartphone).
Y aunque no se pueda hablar de una adicción, especialmente en el sentido de que requiriera abstinencia, algunos niños y adolescentes sí pueden desarrollar conductas particularmente tóxicas respecto a su celular, hasta el punto de sentirse ansiosos cuando no se encuentran cerca de él.
La nomofobia suele hacerse visible cuando ya es un problema. A veces para los padres resulta muy difícil identificar los síntomas puesto que el uso de los smartphones está cada vez más normalizado. A continuación mencionamos algunas señales características de este problema, con el fin de ayudar a reconocerlo de forma temprana:
Revisar el celular de manera compulsiva para saber si han recibido alguna notificación o mensaje.
Dormir con el dispositivo muy cerca, por ejemplo, en el suelo, pegado o dentro de la cama, debajo de la almohada.
Llevar encima cargadores portátiles cuando salen a la calle, por si acaso se quedan sin batería. Suelen poner la excusa de que la batería de su celular dura muy poco.
Se enojan si se quedan sin su dispositivo o sin señal, por ejemplo, si falla el Wi-Fi de casa, si se le castiga limitando el uso del teléfono o si se le insiste en hacer una salida a algún lugar donde ellos saben que no tendrán cobertura.
Es muy común que los niños y adolescentes afectados por nomofobia presenten trastornos del sueño, problemas de visión, ansiedad o incluso depresión. Además, peores calificaciones en el colegio pueden convertirse en motivo de alarma para los padres, así como el aislamiento permanente en su habitación o la ruptura de las relaciones con los amigos.
¿Cómo podemos evitar esta adicción?
Como padres tenemos la responsabilidad de actuar de manera preventiva para evitar que la adicción llegue a mayores niveles. Algunas estrategias que recomiendan los especialistas son las siguientes:
Actuar como modelo.
Si nuestros hijos observan un uso indiscriminado del teléfono en sus figuras de referencia, habrán aprendido desde pequeños que es algo normal, por lo tanto, debemos evitar utilizar mucho el celular delante de ellos.
Limitar el tiempo de conexión y establecer una “dieta tecnológica” adaptada a su edad.
La tecnología no debe usarse a cualquier edad y menos sin establecer tiempos de uso. “Debemos intentar abstenernos de la típica vocecita interna que nos dice ‘es que va a ser el único de su clase sin celular’ o ‘si todos sus amigos hablan por ahí y él no, igual lo excluyen’”, dice la psicóloga infantil Úrsula Perona.
Mejorar la autoestima.
Según algunos estudios las personas con baja autoestima tienen mayor riesgo de sufrir nomofobia, pues buscarían continuamente la aceptación y el contacto con los demás a través de las redes.
Establecer una serie de reglas claras en asociación
Configurar áreas en casa sin pantallas (por ejemplo, en su habitación, en la mesa al comer) o incluso un día a la semana sin un teléfono inteligente para toda la familia; instalar un lugar donde todos los miembros de la familia puedan dejar sus celulares antes de irse a la cama; desactivar las notificaciones de algunas de las principales aplicaciones; hacer que utilice un reloj para evitar que mire constantemente la hora en el teléfono móvil; organizar y realizar actividades distintas a las digitales, como hacer deporte o escuchar música.
A diferencia de lo que podríamos pensar en un primer momento, la solución no es prohibir el uso de los smartphones. La clave está en favorecer el diálogo, de acuerdo con Perona, y en hacerles entender la importancia de su correcta utilización, velando por una educación tanto en los aspectos positivos de las nuevas tecnologías como en los usos indebidos o patológicos.