Los jóvenes usan a diario aplicaciones como Facebook Messenger, WhatsApp o Telegram. Pero cada vez hacen menos llamadas con sus celulares. Son denominados la “generación muda”, que se caracteriza por su preferencia por la mensajería instantánea frente a la llamada telefónica tradicional
Los jóvenes son los que más utilizan el celular, pero no para hablar. “No lo he oído”, “lo tenía en silencio” o “tenía poca cobertura” son las principales excusas que dan para no responder una llamada. Para muchos, son una incomodidad y por eso las evitan. Son la denominada “generación muda”, que prefiere otras formas de interactuar como los mensajes por escrito, bien por inseguridad ante la comunicación directa o por comodidad para perder menos tiempo.
Las llamadas son cada vez menos comunes entre los millennials (25 a 40 años) y la generación Z (16 a 24 años). Si preguntamos a los jóvenes si prefieren mensajes o llamadas, la mayoría lo tiene claro. “Si es por escrito, mejor”, dice Ana, de 16 años, la misma edad de su compañero Luis, que no tiene duda a la hora de elegir: “WhatsApp; mando un mensaje y ya”. “Es más fácil escribirlo”, apunta Antonio.
Según un estudio estadounidense, el 81 % de los jóvenes siente ansiedad antes de reunir el valor suficiente para hacer una llamada. La comunicación directa e inmediata les produce inseguridad.
“Puedo tomarme tiempo para leer, para saber qué responder”, comenta Ana. En la misma línea expresa su opinión Lety, de 17 años: “Siento menos presión para contestar a la gente, quizás, y me da tiempo a pensar mi respuesta”.
El psicólogo José Antonio Luengo explica que “cuando no entrenamos determinadas habilidades, perdemos esas habilidades, esas competencias. ¿Y eso qué provoca? Pues inquietud”.
“Perciben la llamada tradicional como una estrategia comunicativa arriesgada. No poder borrar las palabras pronunciadas en vivo dentro de una conversación les genera menos seguridad y confianza. Por eso prefieren utilizar notas de voz, formato que les permite repetir su alocución tantas veces como sea necesario antes de enviarla”, añade el profesor Ferrán Lalueza.
Además del miedo, hay otras razones que tienen que ver con la comodidad. A la hora de llamar temen perder mucho tiempo, que sea alguien quejándose o que les cuente todos sus problemas, que les pongan en un compromiso pidiéndoles un favor o que les inviten a un evento al que no quieren ir.
Recibir una llamada les resulta una intromisión en la vida cotidiana que, además, les consume mucho tiempo. Así lo considera el 75 % de los jóvenes entrevistados en el estudio Generation mute, millenials phone call statistics realizado a 1,200 millenials
estadounidenses nacidos entre 1981 y 1996. “Es una intrusión que el joven no sabe cuánto tiempo lo mantendrá ocupado y, además, tienen la percepción de que quien llama tiene más necesidad que quien recibe la llamada”, afirma el psicólogo Enric Soler sobre las principales razones de los jóvenes para evitar descolgar el teléfono.
Lety comenta que “a lo mejor una llamada en la que puedes tirarte dos horas, por WhatsApp escribes un mensaje y ahí se queda la conversación”. Para Ana, “es más cómodo”.
Pero para algunos expertos lo que ocurre es que está cambiando la forma de comunicación. “No es evidente que el hecho de que los alumnos utilicen más las redes sociales escritas vaya en detrimento de la comunicación; lo que va indicando son cambios en la forma de comunicarse”, manifiesta el catedrático de Psicología Ubaldo Cuesta.