Poco a poco, las aulas de los colegios de varios países de Latinoamérica vuelven a recibir a los estudiantes. El regreso a las clases presenciales tras el confinamiento por la pandemia y la nueva normativa preventiva para evitar contagios en los centros escolares ha creado una situación atípica en las aulas, que ha derivado en que algunos niños y jóvenes no quieran ir al colegio. Es importante saber por qué ocurre esta situación difícil de manejar tanto para los padres como para los profesores, a fin de encontrar las soluciones lo antes posible.
En primer lugar, debemos identificar cuándo se trata de algo puntual o si ya es un verdadero problema. Estar enfermos es causa suficiente para que se queden en casa y, como funciona, es posible que lo usen en futuras ocasiones para no ir al colegio. Para ello, puede que mientan con que se encuentran mal.
Si tu hijo iba feliz al colegio y a partir de un día ya no quiso ir más, hay que prestar mucha atención.
Puede ser una señal de que algo le ha sucedido. Habla con él e intenta averiguar qué ha pasado. Para ello, hazle sentir en todo momento de la conversación que estás de su parte y que eres su apoyo.
También debes acudir al centro y hablar con los profesores, él o la responsable del área de psicología o el director o la directora, según lo consideres pertinente. No hay que subestimar la negativa de ir a un lugar de un niño que suele ser feliz e independiente, mucho menos si aparece de forma repentina.
Los lunes, tu hijo puede tener cierta pereza de ir a la escuela, quizá no tenga ganas. Revisa también la hora en la que se va a dormir por las noches; si no duerme suficiente, al día siguiente por la mañana no tendrá ganas de levantarse.
Revisa las condiciones de su habitación para garantizar un verdadero descanso durante la noche: ruidos, iluminación, temperatura, estado de la cama, pijamas, etc. Es importante estar atentos a su respiración, ya que algunos niños con desviación del tabique nasal o con congestiones respiran mal y, por tanto, no descansan adecuadamente.
Si tu hijo tiene igualmente dificultades para ir a otros lugares y no estar con sus padres, entonces el problema podría no estar en la escuela, sino en él. Si no quiere ir al colegio pero tampoco quiere quedarse en casa de los abuelos u otro lugar, puede que tu hijo sea más bien inseguro y temeroso. Emplea algunas estrategias para hacer de él un niño seguro de sí mismo y observa los resultados.
Conversa con otras madres. Siempre es bueno saber si todos los niños se sienten a gusto en el colegio y si hay una situación notoria que los esté afectando a todos o a un grupo. Si tu hijo se niega a decirte lo que sucede, por esta vía podrás tener un poco más de información y saber si le ha pasado algo.
Otra señal de que tu hijo realmente lo pasa mal en el colegio es la aparición de enfermedades repentinas. Esto puede ser fiebre, diarreas, dolores estomacales o de cabeza. Si se queja constantemente de alguna de estas molestias, consulta con su doctor e intenten averiguar si se trata realmente de una afección física o emocional.
Los niños suelen reproducir su realidad en sus juegos y en sus dibujos. Obsérvale cuando juega, escucha los diálogos y pon atención a la situación que está reproduciendo en el juego. Algo similar suele suceder con los dibujos. Permítele expresarse con libertad, después observa si en ellos hay algo que te pueda indicar por qué no quiere ir al colegio.
Si tu hijo no quiere ir al colegio y tienes la seguridad o tan solo sospechas que no está a gusto ahí, recurre a un psicólogo para que le ayude y le dé las herramientas para defenderse o para que te permita saber qué es lo que realmente sucede. Solicita la intervención de las autoridades del centro educativo, ellos están para atenderte y para garantizar el desarrollo sano de tu hijo.
En el caso de los más pequeños, hay que tener en cuenta que pasan por diferentes etapas a lo largo de su infancia. Algunas se caracterizan por el miedo y otras por la necesidad de independencia. Son periodos concretos que pasan pronto sin que influyan notablemente en el día a día. Sin embargo, cuando lo que parecía una ase empieza a afectarnos, como la negativa a ir al colegio, debemos buscar soluciones para devolver el bienestar a todo el grupo familiar.
Para finalizar, cabe destacar que un hogar donde hay buena comunicación, los niños se sienten seguros del afecto y respaldo de sus padres. En estas circunstancias, serán capaces de pedir ayuda o comentar situaciones difíciles por las que estén atravesando. Así sabrás por qué no quiere ir a la escuela. Escúchale con empatía, dale crédito a sus palabras, no subestimes sus dificultades; lo que para ti no tiene importancia, para tu hijo puede ser gran cosa.