Las quejas de los padres de familia por la carga que ocasionan en sus vidas las tareas escolares de sus hijos resuenan con fuerza.
A medida que los colegios abren de nuevo sus puertas cada vez en más países, un alto porcentaje de estudiantes sigue tomando clases online en sus casas y otras familias, debido a sus condiciones particulares, continúan en la virtualidad 100%.
Por otro lado, se considera que la educación del futuro será la modalidad híbrida, con el propósito de crear un aprendizaje más integral, aprovechando las herramientas digitales. Por tanto, el rol de los padres de familia en la educación es cada vez más significativo, al tener que ayudar a que sus hijos asuman el compromiso ante las actividades escolares, supervisarlos y orientarlos en el uso de las herramientas digitales, además de convertirse en un apoyo elemental para llevar a cabo una adecuada gestión del tiempo, esto es, que sean puntuales en sus sesiones y establecer horarios para el aprendizaje con el propósito de completar sus tareas y actividades de la forma más eficiente posible.
En este punto, asociaciones de padres se quejan del excesivo volumen de tareas que los profesores ponen a niños y adolescentes de forma telemática o para que las hagan en casa. Lo que quieren hacer ver es que padres y madres no disponen de tiempo suficiente para ayudar a sus hijos o que no todo el mundo tiene suficientes computadoras o tabletas en casa para poder hacer las tareas, sobre todo en el caso de hogares con más de un niño y en la que los progenitores teletrabajan.
Entre las propuestas que de los padres de familia sugieren a los centros educativos y docentes se incluyen el envío de trabajos o tareas a realizar por los alumnos dentro del horario escolar, que las actividades sean proporcionales al tiempo previsto para recibirlas y evaluarlas, que se explique con detalle y uso de videos tutoriales el acceso a determinados vínculos o programas formativos, además del establecimiento de un horario de tutoría (virtual o presencial) para que los estudiantes planteen dudas.
También se pide que se tengan en cuenta las posibilidades tecnológicas de las familias y la importancia de mostrar sensibilidad ante los alumnos que, por la razón que sea, puedan recibir menos ayuda en su casa, dándoles un seguimiento especial y hacer lo posible para que esta situación no les deje en inferioridad de condiciones.
A través del correo electrónico y otros canales de comunicación, los padres de familia reciben una avalancha de tareas: los niños de preescolar tienen que mantener el hábito de lectura; a los de primaria se les indica qué ejercicios de sus libros de texto tienen que resolver; los de secundaria no necesitan tanta ayuda, pero sí motivación. Actividades que en la mayoría de los casos requieren asistencia y acompañamiento, algo que muchos padres no pueden ofrecer.
Es un hecho que los niños rinden más en el colegio cuando sus padres se interesan de forma activa por sus tareas escolares, demostrándoles así que lo que hacen es importante. No obstante, ayudar a su hijo con los deberes no debería implicar tener que pasar largas horas ante el escritorio, explicándole un problema complicado.
Esta intranquilidad es también un sentimiento generalizado entre muchos docentes que, conscientes de las posibles consecuencias, transmiten a los padres su apoyo y compresión, y recaban información sobre cada caso, llegando a recomendar que eviten, a toda costa, que la sobrecarga de tareas desemboque en cuadros de estrés o en periodos de descanso insuficientes.
Laura, profesora de primaria, anima a sus alumnos a que le cuenten qué sienten, cómo llevan las clases virtuales los que permanecen en sus casas y qué aprendizaje están obteniendo del mismo. Cabe destacar además las iniciativas de algunos centros que recomiendan a las familias rutinas beneficiosas y les proporcionan recursos, como facilitar audios adaptados a las distintas etapas para contribuir a la relajación de los alumnos e incentivar emociones y conductas positivas.